La hora de la merienda últimamente es un festival, sobre todo desde que cumplió 9 meses y medio. La hora de la papilla de frutas se ha convertido en el festín de la papilla, que cae todo en cualquier lugar, menos dentro de su boca, y ya no sólo hablo de manchar el babero o la trona. Últimamente tengo que poner papeles de periódico en el suelo de lo que llega a caer allí. Incluso con las pedorretas que hace con la boca también me mancha el pantalón y, a veces, hasta el pelo. Comienza a tocarse con sus manitas y se mancha también su ropita y su pelo. ¡Es como una gran batalla campal de la fruta!
Y eso que si come en casa, va con un body y un pantalón de chándal destinado sólo para comer. Se ha vuelto guarrete y yo no sé si no le gusta la fruta. Hemos probado ya un montón de combinaciones posibles, desde las básicas (plátano, manzana, pera y galleta) hasta las más complejas (poniendo ciruela funcionó unos días), quitando plátano, etc. Pero uno ya no sabe qué inventarse para acertar, pues la mayoría de tarde, apenas come. Le interesa más jugar, experimentar y, por ello, me pregunto si debería darle la comida a trocitos pequeños (como si fuese macedonia) y olvidarme ya de los purés en la merienda.
La semana pasada, cansada, probé con un potito ya preparado en la calle y se lo comió mucho mejor. Pero ahora no sé si es porque se encontraba en una granja, con otra gente y distraído a su alrededor, o bien, si le gusta más el puré industrial que la fruta natural recién hecha de casa.
¿Qué opináis? ¿Algún consejo para la merienda?
