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domingo, 25 de enero de 2015
MI REINO POR UN POCO DE SILENCIO
Os escribo este post de desahogo, para contaros que en mi casa, desde que nació Rosquis, no ha vuelto a existir el silencio. Ahora Papá Rosquillas y Rosquis se han ido a pasear y hay silencio, por una vez en mucho tiempo, y lo encuentro hasta espeluznante, que queréis que os diga...
Los primeros meses, sus llantos lo llenaban todos y cada uno de los rincones de la casa. Eran llantos por comer, dormir, por cólicos, etc, no sé cómo no me explotó la cabeza. Pero los llantos eran algo inevitable, luego fueron sus primeros balbuceos, grititos y sonidos y eso ya nos gustaba más y nos llenaba el corazón de alegría y felicidad y se nos iluminaba una sonrisa en el rostro.
Aparte de los llantos, también en mi casa suele haber gente bastantes días entre semana, visitas de abuelos de una parte y de la otra quienes, con sus chácharas, opiniones y "fiestas" varias al Rey de la Casa (en sus palabras), no dejan de llenar el ambiente. Eso cuando no hay televisión de fondo o el teléfono comienza a sonar. Estaba tan aburrida de oír el timbre del móvil, que opté por dejarlo en silencio y por desconectar el teléfono fijo, en busca de un poco más de silencio. Aunque nunca hay silencio del todo porque ahora estamos en la etapa de los juguetes musicales y de que Rosquis lo trastea y tira todo, produciendo numerosos y cada vez menos, inesperados estruendos.
Además, en verano o cuando hace buen tiempo (que en Barcelona es prácticamente todo el año, excepto los meses de enero y febrero), el sonido de las terrazas de los bares y de los guiris y noctámbulos que circulan borrachos a altas horas de la madrugada, lo inundan todo y nunca podemos tener la casa abierta de noche, aunque nos estemos ahogando de calor y de humedad.
Por ello, daría mi reino por un poco de silencio, por oír el trinar de los pajarillos y las campanas de una ermita lejana. Qué romántico, ¿verdad?
¿Vosotros disfrutáis de remansos de paz y de ratos de silencio? ¡Contadme, si os apetece! ¡Gracias!
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