Papá Rosquillas y yo siempre hemos querido hacer un brunch y, como madrugamos tanto y comemos casi siempre en horario europeo, pensamos que sería una buena opción comer a la vez que nuestro retoño fuera de casa. El lugar elegido fue Café Giulietta, una tranquila cafetería de l´Eixample, con la particularidad de que hay una zona reservada para juego de niños.
La cafetería es pequeña, pero coquetona. A la entrada, un mostrador en el que están a la vista todas las delicias tanto dulces como saladas (desde cupcakes y tartas hasta bocadillitos, etc) y dentro, unas cuantas mesitas. Al fondo, una mesa con sofá y enfrente, la salita de juegos.
El brunch consta de un plato principal (huevos fritos, revueltos o tortilla, con dos ingredientes extras a elegir); yogurt casero con cereales; un trozo de tarta a elegir (nosotros escogimos, la cheese cake y la de chocolate con mascarpone, ambas deliciosas) y para beber, zumo de naranja y café o infusión. Mientras tanto, Rosquis pudo lactar tranquilamente, ajeno a las miradas, pues la gente está en plan relax, con sus peques o bien, haciendo un break del trabajo. Después nos facilitaron una trona para que pudiese comer su papilla. Que tengan trona parece evidente, pero no lo es tanto, teniendo en cuenta que hace unos días fuimos a un restaurante bastante céntrico durante estas navidades con la familia, y no tenían, y fue un drama total. Él necesita de su trona no sólo para comer, sino para estar tranquilo un ratito.
La anécdota la puso la guinda del pastel, la velita que quisimos ponerle para soplar y que no pudimos ni encender, pues de un manotazo tiró la tarta de chocolate. Aunque los reflejos de Papá Rosquillas hicieron que cazase al vuelo el pastel y que sólo cayera el cubierto al suelo. La camarera, para compensar, inmortalizó el momento posterior, que quedará para el recuerdo.
Tras la comida, un rato de juegos en la salita, que consta de una pizarra con tizas y borradores, y de varias sillitas y jueguetes. Rosquis se entretuvo con un circuito, que pareció gustarle bastante.
Así pues, si queréis un lugar tranquilo y sencillo, un remanso de paz para ir a charlar y a disfrutar un rato con los peques, café Giulietta es una buena opción. Además, la comida está riquísima y las personas que atienden son amables, sin ser agobiantes ni estar todo el rato pendientes.
