Que un actor como Bradley Cooper engorde 15 kilos para interpretar a un personaje real, al mayor francotirador de la historia de EEUU, puede dar cierto reconocimiento, e incluso un Oscar. Que una mujer engorde para un papel como Reneé Zellweger hizo para El diario de Bridget Jones levanta más comentarios y críticas. ¿Y sólo es por el hecho de ser mujer?
Si un bebé está gordito, automáticamente está sano y todos son elogios u alabanzas, si está delgado, en cambio, parece que esté mal criado o tenga una salud frágil. Y nada más lejos de la realidad.
Para el común de las mortales, a veces engordar u adelgazar depende de una cuestión hormonal, o de cambios de ciclos vitales. En mi caso, nunca he estado gordita, pero tampoco delgada. En mis 60 kilos de peso (mido 1,61 cms) he estado muchos años. Bueno, creo que cuando me casé estaba un poquito más gorda incluso. A los pocos meses, a pesar de que la creencia presupone que la mujer casada tienda a engordar, en mi caso fue al contrario. Y pasé a pesar de 65 a 58 kilos, que era el peso que tenía justo al quedarme embarazada.
Durante mi embarazo me cuidé en las comidas, comía sano y variado, pocas salsas y fritos y mucha comida mediterránea y carnes y pescados a la plancha. No tuve tentaciones en forma de dulces de pastelería ni de chuches varias. Durante el segundo trimestre, mi ginecóloga me obligó a comer más, pues decía que había cogido muy poco peso, tan sólo 6 kilos. Ya en la semana 41 que duró mi gestación pesaba 70 kilos, 13 más que al comienzo y mi doctora ya estaba más que satisfecha. Así pues, no tuve problemas de estrías, ni de sobrepeso.
Pero con el posparto brutal, cansancio extremo, loquios, una sonda de orinar que me acompañaba día y noche en la clínica y luego en casa durante 10 días, adelgacé todo lo que había engordado y más. De repente de 70 kilos me planté en 53 en solo un mes, tenía una pantorrilla como un alambre con una barriga aún bastante prominente, así pues, me sentía una persona extraña en un cuerpo extraño y con un bebé que demandaba teta y cuidados día y noche. Con el paso e los meses, empecé a recuperarme y a coger un poco de peso. Ahora que han pasado 13 meses no tengo ni la barriga embarazada ni la flacidez del postparto, tengo aún tripita y mis piernas no parecen un alambre a punto de romperse, estoy en 64 kilos, no en mi peso ideal -me sobran kilos y me falta firmeza en la tripa-, pero tampoco me puedo quejar. Al menos, ya me miro al espejo y me veo un poco más yo misma. Aunque durante mi embarazo ni postparto nadie me dijo qué gorda estás, mi madre, a menudo, se encarga de recordarme que tengo una tripa descomunal y que la gente va a pensar que estoy de nuevo embarazada. ¡Menudos ánimos! ¿verdad?
Foto1: Semanas finales de embarazo.
Foto2: Durante el posparto.
¿Y vosotras? ¿Sufristéis muchos cambios de peso durante el embarazo, parto y posparto? ¿Estáis o os sentís en vuestro peso ideal ¡Contadme, si queréis! ¿Gracias!