Para los que sigáis las aventuras de la familia Rosquillas, Rosquis siempre ha sido un bebé/niño inquieto, curioso, movido, activo y muy intenso, desde la cuna hasta la cama en su propia habitación. Pero no por ello nos hemos quedado en casa. Con 5 meses hicimos 5 días de vacaciones en una casita rural de la parte de la Costa Brava más rural e interior. Allí convivimos con huéspedes, salimos a comer y a cenar a un restaurante del pueblo con el que tenían un convenio en nuestro hospedaje y sólo recibimos buenas atenciones y comprensión por parte de todos los que nos atendieron tanto en el hotelito como en el restaurante. Por ello, sólo puedo tener buenas palabras hacia ellos y recomendarlo a todo el que me pregunte dónde es. Se hicieron cargo de que a un bebé no se le pueden quitar las pilas y desconectarlo cuando llora o "hace ruido" y jamás nadie nos dijo que hubiésemos molestado. Nos sentimos como en nuestra propia casa. Fueron unos días estupendos, aunque Rosquis en algunos momentos demostró su intensidad.
Al verano siguiente decidimos irnos a Molló, un pueblo del Pirineo de Girona, a un hotel de montaña. Allí comíamos en el jardín, había más huéspedes que en la casita rural, la gente nos miraba con cara de diversión y agrado. Hasta que la primera noche, el niño lloró y le costó dormirse, quizás por el cambio de entorno, pues hasta pasadas las 22.30h no se durmió. Al día siguiente, pudimos comprobar como una pareja de alemanes que estaban en la habitación contigua pidieron trasladarse a un piso superior. Muy lícito si querían estar tranquilos. Decidimos cenar en el bar más temprano de lo habitual, en vez de en el restaurante, pues Rosquis se "ponía intenso" con las esperas de las comidas y cenas y no queríamos molestar al resto de comensales. Nunca los propietarios se quejaron ni dijeron nada, pero al cabo de unos meses, me negaron el acceso cuando volví a contactar para hospedarme. Y eso que era un hotelito familiar, pues así se anuncian en la web y en Booking.
El verano pasado partimos las vacaciones en dos lugares distintos: Primero, en una casa rural en Camprodón y luego en el hotel Vilar Rural de Sant Hilari de Sacalm. En la casa rural nos encontramos a una propietaria que tenía hijos y nietos y aceptó a Rosquis de buen grado, incluso se ofreció para darle de comer alguna vez. Una persona encantadora y servicial. En el hotel Vilar Rural, como todos los clientes eran familias con hijos, nos sentimos muy bien atendidos e integrados, incluso nos dejaron quedarnos en la habitación hasta media tarde el día de nuestra marcha.
Cuando vamos a restaurantes y a hoteles, hemos decidido adaptar el horario de comidas al del peque y siempre en lugares ya conocidos, donde sabemos que sirven bien y rápido. Si alguna vez hemos decidido aventurarnos y el servicio ha sido más lento de lo esperado y Rosquis se ha impacientado y "puesto intenso", nos lo hemos llevado sin comer postre, para no molestar al resto de comensales.
En definitiva,que sabemos que nuestro Rosquis es un peque travieso, y conocemos cómo y cuándo se pone intenso y tratamos de entretenerle con juegos o juguetes o evitar ciertas horas o situaciones. Y desde que así actuamos, nos va mejor.
Pero la "niñofobia" existe, pues hemos tenido que soportar caras largas, sólo porque el niño se reía a carcajadas o se le caía un cochecito de juguete de la mesa al suelo y hacía ruido, o bien alzaba la voz porque se impacientaba. Todos hemos sido niños y, a veces, no es sólo cuestión de educación, sino de empatía y de sabernos poner un poquito en lugar de ese niño y de esa familia que es imperfectamente humana, como tú y como todos. Porque no puedo quitarle las pilas o programarle como a un robot o a un cyborg para que controle en todo momento y situación sus emociones. Ya nos gustaría. Pero no puede ser siempre así porque, por mucho que seamos educados y que queramos que nuestro peque se comporte siempre "bien" (o lo que se considera un "buen comportamiento") sin excepción, siempre hay y habrán días malos y situaciones comprometidas en las que necesitaríamos más una mano de ayuda o una sonrisa, que un gesto torcido de desaprobación o una mirada desairada por encima del hombro. Y por último, perdonad las molestias, todos aquellos que se hayan sentido "damnificados" o "molestados" por mi peque y sus "travesuras" en alguna ocasión. Gracias por vuestra comprensión, paciencia y empatía.
¿Cuáles son vuestras experiencias? ¿Habéis vivido situaciones de "niñofobia"?