Somos madres pero, ante todo, somos mujeres y esto que parece una obviedad, no deberíamos olvidarlo ni pasar a segundo plano cuando nos llega la maternidad, aunque a menudo parece que no sucede. Dejamos de vestir prendas que acostumbrábamos y las cambiamos por otras que nos ofrecen más comodidad y que, a la vez, nos dan la seguridad perdida en algo que es tan inseguro como ser una "buena madre".
En mi caso, hay una prenda de vestir y un calzado que desde que soy madre nunca jamás he vuelto a utilizar. Cuando tenía 25 años solía llevar tanga, siempre con pantalones ajustados, porque quedaba bien, porque me hacía sentir cómoda, me daba confort y me hacía sentir sexy y lucir guapa, los pantalones quedaban mejor sin que se notaran las costuras de las braguitas ni de los culottes. Luego el tanga parece que quedó en desuso, la moda nos llevó a otras prendas. Comenzaron a oirse voces en contra el minúsculo tanga. Se decía que podía producir infecciones (candidasis, hongos) en las zonas íntimas, ya que arrastraban las bacterias desde el ano hasta la uretra. Incluso se hablaba de que, aparte de infecciones, podían producir las temidas hemorroides. No sé si fue por estos puntos en contra que las mujeres que habíamos llevado tanga a finales de los 90 o en los 2000 los fuimos abandonando progresivamente.
Después aparecería el Bclip, una prenda aún más minúscula que el tanga, con 4 clips para quedar fijado en las zonas íntimas, que nunca entenderé, pero que se puso fugazmente de moda tras la caída del tanga, entre los años 2010 y 2015. Se pudieron ver algunas féminas luciendo el BClip en las playas y no cómo ropa interior.
Desde que soy madre, mejor dicho, desde que me quedé embarazada, he desterrado los zapatos de tacón de mi vestuario. Antes solía calzar botas de tacón de 8 centímetros en invierno, a combinar tanto con faldas como con pantalones y, cuando llegaba el buen tiempo, cambiaba las botas por zapatos de salón con tacón fino y medias transparentes o de rejilla, con ellos iba a clase, a bailar los fines de semana, incluso al cine. Tampoco tenía la gracia de Sarah Jessica Parker calzando los stylettos como en Sexo en Nueva York, pero caminaba desenvulta con tacones y me hacían sentirme estupenda. La verdad es que tuve una época en que fui muy "fashion victim". Conforme iban pasando los años y cambiaba los veintitantos por los trentaypocos, mis tacones iban bajando de centímetros y empecé a usar cómodas deportivas y a descubrir sus múltiples bondades. Con 39 años, puedo deciros que llevo años sin calzarme unos zapatos ni unas botas con tacón ni ponerme un tanga y no lo echo de menos, sino que lo recuerdo como una etapa en mi juventud. Y ahora me siento bien a gusto con mis sudaderas de capucha, mis tejanos y mis bambas.
¿Y vosotras, a qué prendas o calzado habéis renunciado desde que sois mamás? ¿O no habéis renunciado a nada? ¿Y a vosotros, papás, os gustan las mamás con tanga y tacones, o os resulta indiferente?