Mi abuela se llamaba Rosario y si hoy viviera sería su santo y tendría 100 años. Han pasado 18 años desde que se murió y aún la recuerdo cada mañana trayendo la compra a casa, recuerdo el sabor de aquellas albóndigas con tomate, el olor de sus patatas fritas caseras friéndose en la cocina. Tenía genio y temperamento, eso sí, pero era una abuela entregada, diligente y cariñosa, ¡cómo me hubiese gustado que la conociese Rosquis!
Las abuelas de Rosquis son dos: Mi madre es una abuela amorosa y entregada a su nieto, hiper preocupada por que coma bien -le ve muy delgadito- y que siempre le regala juguetitos, le abraza y le hace fiestas, igual sirve para cambiarle el pañal como para vestirle, aunque le cuesta, porque es un terremotillo de 21 meses que no para quieto un segundo, como ya sabéis lo que seguís asiduamente nuestras historietas en este blog. Con mi madre hay confianza y nos peleamos, chocamos mucho por culpa del niño.
Mi suegra también es una abuela cariñosa, y es su madrina, le compra ropa -lo que más, le encanta comprarle ropa a la buena señora-, a veces le cocina (igual que mi madre), me aconseja sin imponer (aunque también da sus opiniones sobre crianza y demás, pero intento no discutirme porque no hay tanta confianza). No le ve con tanta asiduidad, pues tiene otras obligaciones que atender con su esposo (mi suegro) y mi cuñado (que aún vive en casa) y se pasan algunas semanas en su pueblo de vacaciones.
Este post va dedicado a todas aquellas abuelas y bisabuelas quienes, con sus defectos y virtudes, quieren a sus nietos con todo su corazón, aunque lo demuestren de las más variadas formas.
¿Qué recuerdos tenéis de vuestras abuelas? ¿Cómo son las abuelas de vuestros peques? ¿Os lleváis bien con ellas?
